Divisaron a lo lejos las luces típicas de otra estación de servicio. No había un alma repostando. La verdad, muy necesitado tenías que estar de combustible para salir del coche con ese frío polar. Total, que no les quedaba otra. Se acercaron a la ventanilla, donde dormitaba el empleado y que ,al verles, se incomodó. Pidieron que les abrieran el surtidor y pagaron por anticipado, para no tener que molestar de nuevo al empleado.

Decidieron acercarse a tomar unos bocadillos y unos cafés, para despejarse y que no les diera el bajón, mientras conducían. Al acercarse a la entrada, ya notaban que algo no iba bien en el interior del local, teniendo en cuenta que estaba lleno de gente, pero no se veía apenas vehículos en las cercanías de la cafetería.
Al ir a abrir la puerta se dieron cuenta de que la manilla de la misma estaba manchada de sangre y, lo que era más inquietante, todavía estaba fresca. Los dos se miraron al unísono y comprendieron que era el momento de marcharse de ese lugar y a ser posible sin que nadie notara su presencia, pero era demasiado tarde; abrieron la puerta en ese preciso momento y no daban crédito a lo que sus ojos veían. Estaba claro que la documentación que llevaban, nunca llegaría a su destino y lo que era peor, ellos tampoco... a no ser que ocurriera algo que cambiara lo que allí estaba pasando ...
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