domingo, 28 de marzo de 2010

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La memoria que no olvida

Francisco y Jonás, se conocían desde la infancia. Vivían en el mismo pueblo, se habían criado juntos y habían compartido muchos momentos. Francisco, tenía una forma muy agresiva de ser y ya, desde pequeño, se intuía que lograría lo que se propusiera.
Había conseguido, a la chica más guapa del pueblo, ésa por la que todos los mozos de la aldea suspiraban y les volvía locos. Todos intentando que les hiciera caso, regalándola cosas y acercándose a la puerta de la casa, con todos tipo de proposiciones, para descubrir, que no tenían nada que hacer, porque Francisco, estaba detrás, mostrando todos sus encantos, que no eran otros, que dar unos mamporros, a todos aquellos que no se avenían a razones.
Todos estaban locos por Amelia, incluso Jonás, no pudo resistirse a sus encantos y decidido a presentar batalla, se encaminó a probar suerte, en tan difícil misión, cómo era el hecho de actuar a espaldas de su amigo Francisco y exponerse, no ya a perder su amistad, sino, arriesgarse a sufrir la violencia en su cuerpo, por parte de su amigo.
Incomprensiblemente, Amelia le correspondió, porque a pesar de que no era muy agraciado físicamente, siempre se había dicho, que Jonás llegaría muy lejos, ya que era un chaval muy despierto, listo y trabajador. Siempre le había gustado el tema de los negocios y cada vez que tenía ocasión, invertía los pocos ahorros de que disponía, en la compra de alguna tierra o local.
De esta manera, se fue haciendo una de las personas con más propiedades del pueblo y con más poder, dentro de lo que eran los terratenientes del municipio.
La vida le sonreía, porque tenía a su lado, a la mujer que todos querían y deseaban, pero por otro lado, sentía que no era del todo feliz, porque su amigo Francisco, no había vuelto a ser el mismo, desde que se enteró, de boca de Jonás, que Amelia, correspondía a su amor.
Jonás, intentó por todos los medios, recobrar la amistad, de la que tantos años atrás, habían disfrutado ellos dos. Intentó, que su amigo Francisco, fuera socio suyo, en algunos negocios, para de esa manera, ir acercándose a él y que todo volviera a ser cómo antes.
Extrañamente, Francisco accedió a sus proposiciones, sin oponer cierta resistencia, que hacía ahora, de esta manera dudar a Jonás, de su amigo Francisco, pero sin entender muy bien, el por qué.
Dudaba de él, pero no podría decir exactamente por qué. Sabía que algo no iba bien. Lo normal era, que Francisco, mostrara su cara más agria, mas, teniendo en cuenta que Jonás, se había quedado con la mujer que él quería.
Un día, se presentó Francisco en casa de Jonás y a éste le pareció, que su amigo venía de mejor humor que de costumbre. Francisco le propuso que pasaran el día yendo al campo, a cazar, pues hacía mucho tiempo, que no compartían una jornada de caza y creía que ya era el momento y la ocasión de poder hablar sobre un asunto, que le rondaba la cabeza a Francisco, desde hacía muchos años.
Jonás, pensó, que por fin, su amigo le iba a abrir su corazón y así, de esa manera, podrían volver a disfrutar de su añorada amistad.
Ya en el campo, cada uno de ellos con sus respectivas escopetas al hombro y con el morral cargado de chorizos, morcillas y dos botas repletas de rico vino, que Amelia les había preparado, se dispusieron a ocupar sus puestos de vigilancia y caza.
¿Qué es eso que se mueve entre la maleza, Jonás? Acércate, con cautela, que yo te cubro.

viernes, 12 de marzo de 2010

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La conspiración del tercer mundo

Formaban un grupo de personas, que tenían una cosa en común, acabar con esos malditos bastardos, que habían estado sangrando a sus países, con el respaldo de gobiernos y multinacionales.
Se habían ido conociendo en diferentes países con el paso de los años y en las universidades a través de una red social, que inventó uno de sus integrantes, para que se pudieran poner en contacto, sólo y exclusivamente mentes dotadas de un gran coeficiente y que llevasen a sus pueblos en el corazón.
Interesaban todo tipo de personas, en cuanto a los diversos trabajos que desarrollaran, pero principalmente, prestaban una especial atención, a dentistas y técnicos, en diferentes ramas. Lo que se proponían, era de una dimensión tal, que llevarían al primer mundo, a la era de los dinosaurios. Tendrían que volver a empezar de nuevo, pero esta vez, iba a ser diferente, puesto que los mal llamados, países del tercer mundo, tendrían la sartén por el mango.
Samuel había tenido un sueño, en que todo esto ocurriría, pero necesitaba idear un plan con el que poderlo llevar a cabo. Tras años de idearlo y una serie de contactos con personas influyentes en todos los ámbitos de la sociedad, había llegado el momento de empezar a desarrollar su misión. Cuantas personas dejarían de sufrir, pero cuantas otras iban a probar el sabor de la impotencia y la amargura, sin entender el porqué de aquello, que les estaba pasando y contemplando desde primera fila, la degradación del ser humano.
Samuel llegó a su despacho del edificio Hummer, situado en el centro de la ciudad y rodeado por todas las arterias principales de la ciudad. Cerca de su puesto de mando, “cómo le gustaba llamar a su puesto de trabajo, ya que desde allí dirigiría toda la operación” se encontraban las sedes sociales de las empresas más importantes del mundo, la bolsa, a pocos kilómetros, el aeropuerto, por el que pasaban unos 89 millones de personas al año y una serie centros oficiales, que dirigían las vidas de todo el mundo. Lo iba a contemplar todo, desde el mejor puesto de observación, que uno pudiera imaginar.
Comenzó a hacer una serie de llamadas, por un orden previamente establecido, en función del rango de la persona que estaba encargada de una parte de la operación, hasta llegar al último. Le llevaría todo el día, pasaría horas dando órdenes para que todos los hilos, se movieran de una forma ordenada y coordinada, para no fallara nada. Durante todos estos años, los dentistas habían estado muy ocupados implantando los neurotransmisores en el interior de las cavidades dentales, sin que los interesados se dieran cuenta. Era una red enorme, que estaba implantada en todo el planeta y que requería de una precisión aplastante para ponerse todos de acuerdo, de tal manera que empezará en todo el mundo la operación al mismo tiempo.
Los transmisores, que habían desarrollado, enviarían al cerebro de la persona que los portaba, una serie de órdenes sin sentido, que harían que, este, al no comprender tales mensajes, se vería inmerso en un laberinto de interrogantes. Por decirlo de alguna manera, se irían necrosando las partes relativas a la consciencia y a la parte relativa a las órdenes que se mandan a nuestro aparato locomotor.
Aquí Centro Odontológico Internacional, dígame.
Hola Samuel, cómo estás… Pensé que nunca llegaría la hora de hacer pagar a esos desgraciados todo lo que han estado haciendo a nuestros pueblos. Se van a enterar.

lunes, 8 de marzo de 2010

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El nuevo vecino

Se habían presentado ya hacía unas semanas. A Óscar siempre le había gustado tener un vecino cerca para poder charlar y compartir momentos con él.
Suele surgir de forma espontánea, pero esta vez no fue así, ya que Timoteo, el nuevo vecino, no le había dicho cual era su profesión. Óscar pensó, que se lo diría más tarde, en otra ocasión, según fueran conociéndose mejor y hubiera más cercana entre los dos.
Pero, el interés que tiene el ser humano, en averiguar la vida de los demás, a veces suele ser peligroso, porque nos empeñamos en intentar averiguar cosas, que, por otro lado, no nos interesan para nada, ni van a cambiar nuestras vidas en modo alguno.
Y esto le pasó a Óscar, no pudo evitar la curiosidad, que le estaba comiendo por dentro y claro, se propuso averiguar, que era eso, que a su vecino, tras varias semanas, no era capaz de contar y que hacía que pareciera más distante de lo habitual en un vecino.
Solía llegar a su casa, casi siempre de madrugada, con diferentes coches, que por cierto, eran bastante grandes y siempre con la parte trasera de los mismos, con los cristales ahumados.
No es que Óscar estuviera pendiente, de a qué hora llegaba su vecino cada día, pero tenía por costumbre, cuando no podía dormir, acercarse hasta la ventana del cuarto de invitados, que daba a la calle principal, donde se aparcan los coches, para fumarse un cigarro, contemplaba pasar la noche, en su tranquilidad y viendo, cuando hacía aire, cómo se movían las ramas de los árboles. A Óscar, siempre le gustaba la paz, que se respiraba en las noches de verano, cuando al abrir las ventanas, uno podía intuir, lo que se estaba haciendo en el interior de las casas de los vecinos, de la urbanización.
Una noche, pudo comprobar, cómo todas las sospechas que tenía, acerca de Timoteo, no eran más que fundadas y estaban precocinadas en el interior de su subconsciente. Pudo ver, cómo al llegar su vecino, éste, se dispuso a descargar del interior del vehículo, lo que parecían una serie de fundas pesadas, de las que se utilizan para llevar trajes y que no se ensucien. Entonces, fue cuando comprendió, a lo que se dedicaba su vecino, era comercial de ropa y se pasaba casi todos los días, visitando a los propietarios de tiendas, para enseñarles el muestrario.
Que desconfiado he sido “pensaba Óscar” y se sentía mal por haber dudado, acerca de su vecino y no haberle dado la posibilidad de explicarle, a que se dedicaba, en su debido momento, que era ni más ni menos, que cuando él quisiera.
Pasaron los meses y se acercaban esos días de invierno, en que se vuelve todo gris, frío, los árboles, apenas tienen hojas que mostrar a los que les miramos, encantados durante el resto del año y cómo muchas otras noches en las que Óscar, se acercaba a su ventana para saborear, uno de esos cigarros mentolados, que tanto le gustaban y que le transportaban a un mundo en que desaparecían todas las preocupaciones del día a día, en que el trabajo, la familia y todo lo que rodea a estas dos cosas, pudo ver, cómo una densa niebla, estaba invadiendo toda su calle y apenas se veían los reflejos de las luces de las farolas, que tenía al alcance de su vista, enfrente de su casa. En ese momento, escuchó a lo lejos, el rugir de un motor, que no le era del todo desconocido, era el motor del coche de su vecino, que se acercaba, cómo cada noche, para descargar la mercancía y meterla en el interior del garaje, que era el sitio ideal para guardarla, ya que desde allí, apenas le costaba cargar el coche, que a su vez, se quedaba en la calle, por falta de espacio.
Óscar pensó, que sería buena idea, acercarse a echar una mano a su vecino, para entablar conversación y así conocerle un poquito mejor. Bajó las escaleras de su casa a oscuras, para no despertar a su familia y procurando hacer el menor ruido posible, abrió la puerta de su casa y la del jardín, que era de forja y estaba por completo, llena de las gotas del rocío que estaba dejando la fría madrugada.
Hola vecino, ¿te echo una mano? Parece que lo que estás cogiendo, pesa demasiado. ¿Qué es eso que cuelga de esa bolsa, parece un brazo de…?
Mamá ¿donde está papá? La ventana de la sala de estar está abierta de par en par y sus zapatos todavía están junto a su ropa.

miércoles, 3 de marzo de 2010

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El menú

Hoy va a ser un día especial, un día del que se hablará durante mucho tiempo en los medios de comunicación y quedará en los recuerdos de las personas durante muchos años. Será algo de lo que no podrán dejar de hablar, porque cada vez que vayan a comer con sus familias a algún restaurante, siempre estarán pensando en su interior en aquello que pasó en el interior de aquel famoso local.
Me he tomado muy en serio, aquello de que mis platos estaban poco elaborados y que parecía que los había hecho un aprendiz de pinche de cocina.
No os preocupéis, que estos serán mis platos estrellas y por los que seré recordado, durante mucho tiempo.
He podido enterarme de que esta tarde van a venir al restaurante ésos desalmados de críticos gastronómicos, que sin piedad, se permiten criticar el trabajo de uno, sin ni siquiera tener en cuenta, el tiempo y cariño que dedico a mis creaciones.
He perdido todas ganas de vivir, yo que era pura fantasía delante de los fogones, que no paraba de crear y de compartir mis platos, con las personas que para mí, más importancia tienen, dentro de lo que es un restaurante, que no son otras, que los personas que ayudan, a que uno pueda hacer realidad, sus fantasías culinarias.
Tengo la intención de que mueran de tal forma, que durante mucho tiempo, la policía tenga que investigar a fondo, para descubrir el modo y el ¿por qué?
Me ha llevado tiempo averiguar lo que necesitaba de cada una de estas dos personas que han arruinado mi vida y la de muchas otras personas, al igual que todos aquellos críticos de otras actividades. Espero que se lo piensen a partir de ahora, cuando tengan que hacer alguna crítica a la ligera. No digo que porque uno piense que el trabajo que hace merece más, todos tengan que reconocértelo, pero al menos, lo único que deberían de tener, es un poco de tacto a la hora de hablar sobre el mismo.
Ya han llegado, se sientan y Ramón, como siempre, tan servicial, los atiende con toda profesionalidad y les recomienda los platos estrella del restaurante, obviamente elaborados por mí.
Se les sirve una copa de un Gran Ribera, para que vayan haciendo boca, mientras llega el primero y que así tengan tiempo de examinar las, maneras de trabajara de todo el personal que compone ésta gran familia y de paso admirar la decoración de estilo provenzal, de la que todos nos sentimos muy orgullosos.
Aquí tienen el primero de sus peticiones, el chef, desea que les guste y que disfruten de los sabores que descubrirán, explotarán en el interior de sus paladares, haciéndoles sentir cómo en otro mundo, será cómo si transportaran sus mentes a otros mundos.
Está exquisito, noto un cierto sabor en el fondo a piñones de Madagascar
¿Tú no eras alérgico a los piño…?