miércoles, 30 de junio de 2010

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Ciudad maldita. El mecánico

No entiendo, cómo a pesar, de que le dejo el mono de trabajo a mi mujer, para que lo lave, siempre me lo encuentro, con la misma grasienta suciedad de todos los lunes.
Últimamente se está haciendo más descuidada de lo normal, parece que ya no le interesan las cosas del hogar y apenas si se relaciona con los vecinos.
Ella no me lo quiere reconocer, pero presiento, que desde que pasó el “INCIDENTE” no ha vuelto a ser la misma. La noto ausente, ya no le interesan las cosas que le cuento de los clientes que se pasan por el taller. Anoche, sin ir más lejos, le estaba explicando que me había llevado el coche al taller, Romero, el administrativo que nos concedió el crédito en el Banco de Rivas, para que pudiéramos comenzar una vida en común, pero, por más que me esforzaba en contarle, lo muy cambiado que lo encontré y que notaba en él ciertas rarezas, antes desconocidas en su persona, como por ejemplo, el hecho de que ya no viste de traje y que parece un cualquiera, que pudiera uno encontrarse por la calle, ya que tiene el aspecto de un vagabundo., ni se inmutó. Me pregunto muchas veces, si todos estos cambios que noto, que están sufriendo todas las personas que conozco, tendrán que ver, con la liberación de ese indeseable virus, que nos afectó a cada uno de nosotros de diferentes formas. Algunos, todavía no se han dado cuenta, pero no todos hemos sentido los efectos en lo que se diría, de una forma negativa, sino mas bien, lo contrario. Ha hecho que se agudicen los sentidos de algunas de las 436 personas a las que nos afectó, o cómo es el caso de Tomás, el carpintero, ha hecho que parezca un erudito en temas varios.
No sé, creo que no va a salir nada bueno de todo esto y algún día, tendrá que terminar nuestra reclusión en esta maldita ciudad.
Ha sido un día largo de trabajo, pero cómo cada lunes, me dirijo a la floristería de Herminia, para comprar unas violetas y llevárselas a la tumba de mí amad…
!Dios mío¡ ¿ cuándo va a terminar este calvario?